En tiempos de ‘soft skills’, de ‘habilidades transversales’, instituciones como LinkedIn sitúan a la creatividad en sus informes de tendencias como una de las capacidades y necesidades propias del desarrollo empresarial del siglo XXI, junto a otras consideraciones como la gestión del tiempo, la capacidad de trabajar en equipo, la adaptabilidad al entorno o la resiliencia. Un concepto tan genérico (incluso etéreo) que, sin embargo, se aplica cada día no solo en startups, sino en grandes corporaciones, más allá del marketing y la publicidad, para recorrer los distintos departamentos de sectores como el de la automoción, el ‘retail’ y, por supuesto, el tecnológico.
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