En unos días sabremos si los valencianos entramos en la recta final para convertirnos en Capital Europea de la Innovación 2020. La carrera va bien, hemos adelantado a unas cuantas ciudades candidatas y ya estamos entre los 12 finalistas, pero para que sea aun más relevante, hemos de conseguir estar entre las 6 ciudades que optan al premio gordo: el reconocimiento europeo y un millón de euros para desarrollar el proyecto de innovación presentado: Missions València 2030. Barcelona, Nantes, Amsterdam, París, Atenas… las ciudades que han ganado el premio en las ediciones anteriores son todas grandes ciudades. No sería descabellado pensar que en esta edición Milán o Viena, también finalistas, se llevaran finalmente el galardón si es que el tamaño importa más que la innovación.
¿Nos merecemos los valencianos un premio a la innovación? ¿Somos innovadores? Me sale un rotundo sí. València es innovadora por tradición y por convicción “y porque no hemos tenido más remedio que innovar si queríamos sobresalir en un panorama donde Madrid y Barcelona se llevan todas las miradas”, me explica Javier Mateo, subdirector de Emprendimiento en Valencia Activa y uno de los expertos que han trabajado en la elaboración de una de las hélices en las que se sustenta el proyecto Missions València 2030: la ciudad emprendedora.
Continúa leyendo en Vía Empresa