Una bailarina puede llegar a utilizar hasta cien pares de puntas en un año. Estas zapatillas pasan a formar parte del día a día de una artista desde la preadolescencia, una etapa en la que comienza la búsqueda de un modelo que se ajuste a la fuerza y flexibilidad de sus pies. Y es por ello que la marca valenciana DeVallet ha creado unas puntas fabricadas mediante impresoras 3D, que se adaptan a las necesidades de esta disciplina.
Una fusión entre tecnología y tradición que surge de la unión entre una ex bailarina profesional, también diseñadora industrial, y un ingeniero aeronáutico. Dos perfiles con competencias dispares que constituyen el engranaje perfecto de la ‘startup’ liderada por Silvia García y Miguel Moratilla, que fue activada en septiembre y se encuentra en estos momentos en plena fase de crecimiento en la incubadora de empresas de Juan Roig.
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