A lo largo de la Historia, las ciudades han tenido que enfrentarse a otras pandemias y, en algunos casos, estas situaciones han dado lugar a nuevas formas de diseñar las ciudades. Los brotes de cólera, por ejemplo, en el siglo XIX llevaron al desarrollo de nuevos sistemas de alcantarillado.
Pero las ciudades no fueron diseñadas para una pandemia, sino para el frenético ritmo de vida al que estamos acostumbrados. Interconectadas entre sí, las ciudades acogen a millones de trabajadores, que se desplazan utilizando diversos medios de transporte, conviven con los turistas y disfrutan de sus bares, restaurantes y otros centros de ocio. Por lo tanto, el distanciamiento social puede ser mucho más complicado en las grandes ciudades que en las zonas rurales.
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