Iker Marcaide era un joven ingeniero que iniciaba su andadura en el prestigioso MIT en Estados Unidos. Corría el año 2008, en pleno estallido de la crisis financiera. Para asistir al MBA debía hacer el primero de los pagos de la matrícula. La transferencia fue un quebradero de cabeza y acabó en una cuenta equivocada. Por desgracia, no era algo excepcional en las universidades estadounidenses ¿Por qué no idear una plataforma para tratar de resolver esos problemas? Ese fue el germen de Peertransfer. Esa startup, hoy llamada Flywire, que nació a caballo entre Boston (EEUU) y Valencia, acaba de estrenarse en el selecto club de los unicornios tecnológicos tras la irrupción de Goldman Sachs como socio en un accionariado con otros gigantes de Silicon Valley y el fondo español Kibo Ventures.
En la cabeza de Marcaide, ingeniero industrial por la Politécnica de Valencia, ya rondaba este proyecto en el verano de 2009, cuando completaba unas prácticas en una compañía tecnológica de Silicon Valley. Constituyó allí la primera sociedad y creó un pequeño equipo de técnicos que venían de la banca y de empresas tecnológicas. «Se me quemó enseguida porque necesitaban un salario», explica. Mientras terminaba de estudiar el MBA, decidió volver la vista a Valencia, donde encontró a varios desarrolladores para que le ayudaran con un primer esbozo de producto.
Lee la noticia completa en La Información